Mi primer medio maratón y un domingo perfecto en Madrid

Como muchos sabréis si me seguís por Twitter, Instagram, o simplemente porque os he dado mucho la vara en persona en las últimas semanas, el domingo pasado corrí mi primer medio maratón en Madrid. Quien se asome por el blog quizá no lo haya detectado porque no hablo mucho de ello por aquí, pero hace aproximadamente un año que me ha picado la locura de lo que ahora se llama running (vamos, correr) y he estado entrenando en serio. Ya hace muchos años que salgo a correr, pero antes era corredora esporádica, y si hacía alguna carrera era algo muy puntual y de no más de 8K. Yo era de las que decía eso de que las largas distancias no eran lo mío, y que para qué correr más de una o dos veces por semana. Lo que siempre me ha apasionado es la natación, pero lo de correr era un territorio poco conocido para mí.

Pues bien, el año pasado no sé cómo me cambió el chip y empecé con esto en serio. Porque correr es muy duro al principio y, si no superas esa barrera —y no sales al menos 4 veces por semana— el cuerpo no se acostumbra y los músculos dicen "de qué vas, no quiero correr". No voy a extenderme mucho sobre todo esto porque no sé si os interesa y el tema da para largo, pero para mí este domingo pasado ha representado un gran momento de superación personal. Las carreras de 10K que había hecho en los últimos meses, y sobre todo la de 15K en marzo (una nueva distancia para mí), fueron un buen entrenamiento para el domingo. Sin embargo, con varios problemas de salud puntuales y una tensión muscular persistente en el sóleo que no me quitaba de encima, mi entrenamiento no fue el que quería. De hecho, no llegué correr más de 15 km de distancia antes del medio maratón...



Por ello, y porque era mi primer medio maratón, en la capital europea más alta (después de Andorra la Vella), llena de cuestas y sin un momento en llano, no tenía ni idea de qué iba a pasar. Ya me había resignado a tener quizá que andar algún trozo, y a no correr mi mejor tiempo, claro, porque con tantos desniveles no es una carrera muy rápida...


Sin embargo, la emoción de la carrera, el ir a un paso adecuado en los primeros 10 km y en muy buena compañía, hizo que no solo pudiera correr la carrera entera, sino que disfrutara del recorrido y terminara con un tiempo decente dentro del poco entrenamiento que había podido realizar (2:15:45). Y lo mejor, ¡mi músculo sóleo se portó bien y no me molestó!  OBJETIVO SUPERADO :)

Aparte del clima perfecto, el subidón de haberlo pasado tan bien en la carrera y de las miles de personas reunidas en el Retiro y alrededores, el día continúo de lo más perfectamente madrileño... Después de tantas visitas a Madrid, no habíamos probado nunca un cocido. ¿Cómo era posible? Esto había que remediarlo, así que reservamos una muy merecida comilona en Casa Carola. Todo un clásico de la ciudad recomendado por una buena amiga madrileña. ¡Y ya os podéis imaginar lo bien que entró un cocido tan rico después de correr 21 km! Allá nos dirigimos, después de una buena ducha, claro, al número 54 de la calle Padilla (cerca de la cual habíamos pasado corriendo unas horas antes).





El plan continúo como no podía ser de otra manera: ¡con una siesta reconstituyente! Pero tras la siesta nos lanzamos de nuevo a ese Madrid tan primaveral, feliz y dominguero, y aprovechamos para ver en Museo del Prado la interesante exposición sobre Las Furias. El tema del sufrimiento físico nos pareció muy apropiado para después de un medio maratón. ;)

{Prometeo encadenado, Rubens y Snyders}

{Ticio, de José de Ribera}
Además pudimos ver a la pizpireta Gioconda"la otra", que la verdad me gusta casi más que la original y se puede ver más de cerca.

El domingo continuaba con un sol radiante y el horario de verano que tanto alarga el día... No podíamos dejar de visitar el cercano parque El Retiro, que por supuesto estaba radiante después de tantas lluvias invernales, y lleno de gente disfrutándolo.




Y para terminar, qué mejor que descubrir un pequeño-gran restaurante mexicano en el centro de la ciudad: DF Bar (Metro Antón Martín). Las tortas (bocatas mexicanos) y las micheladas estaban im-pre-sio-nan-tes.



Volveremos pronto, Madrid. Ahora es el momento de nuevas experiencias y destinos más lejanos. Estaré unos días en Tokio y Kioto, pero hasta que vuelva me podéis seguir por Instagram... ¡seguro que me vuelvo loca con las fotos!

2 comentarios:

  1. Casa Carola está al lado de mi apartamento de Madrid, o sea que paso a su lado varias veces al día cuando estoy por allí... y... no he ido ni una sola vez desde que la reformaron. Antes era el doble de grande, pero el cocido supongo que será el mismo. Demasiada tela par mi cuerpo serrano, sobre todo porque nunca he corrido 21 Km.
    En esa misma calle, esquina a General Pardiñas hay otro sitio a recordar, la taberna Cazorla y, un poco más arriba, en la acera de enfrente, la mejor cervecería de Madrid: El Cantábrico. Sin tiquis miquis ni finustiquerías, una taberna de toda la vida, con cañas Mahou tiradas de gloria, con esa espumita tupida y densa como la crema de un café irlandés, gambas de Huelva, ostras de Arcade, nécoras y centollos.
    El próximo Maratón, ya tienes tarea que hacer. A la vuelta de Japón. Por cierto, en Tokio, vale la pena subirse a uno de los barquitos que te dan una vuelta por la bahía y te preparan unos sushis, unos témpuras y unos sashimis gloriosos.

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    1. Apuntadas quedan tus recomendaciones madrileñas. Recuerdo haber pasado por delante de esa taberna al ir a Casa Carola, y una taberna de las de verdad bien merece una visita. :) Saludos

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